La Cumbre del Alcor

Diapositiva7

Yo, Attagsa, hija predilecta de Ibrahím,

me acojo al Señor del Alba

de la mañana para que me salve,

porque he arrojado sobre mi alma

el oscuro peso de mi conciencia

atormentada por este amor

del que no quiero libertarme.

Con el asombro de mi espíritu

lo he recibido;

a sabiendas de su penalidad

lo he retenido en mi corazón;

con desmesurado júbilo lo he aceptado

en mi pecho, cobijándolo.

Como alargada sombra desdobla

todos mis pasos;

como almenara, dulcemente alumbra

mi aposento;

como planta almizcleña me embriaga.

 

Y nada hay ya que desprenderme pueda

de tan divino poderío.

Deja un comentario