En las redondas lunas de mi cuerpo

En las redondas

RENACIMIENTO

Barrerán mis locos pensamientos
las amarillentas hojas arremolinadas
por el vendaval y el céfiro.
Alisaré dulcemente
la tierra removida
por el descarnado paso
de tu cabalgadura.
Y esperaré pacientemente
a que el abedul de anchas sombras
vuelva a crecer
bajo mi ventana.

 

HERIDA MORTAL


Se le quedó la noche entre los ojos,
y la dicha antigua
dormida en la conciencia.
Se le quedó el dolor de aulagas negras
de tus manos,
y un silencio repentino
en la sonrisa.
Y la mirada prendida, se le quedó,
en el turbio pozo de la nostalgia,
mientras sus afilados dedos
deshojaban margaritas
abatidas por el desencanto.
Se le quedó un espasmo dulce de paloma
y una extraña fuerza contenida,
y en su alcoba,
muros de penumbra en los rincones,
y una lluvia de fuego
hecha cenizas.
Va a morir de amor,
y no lo sabe:
es herida mortal la que le sangra.

LEXICO AMOROSO

Todo en ti es palabra.
Y tu palabra
tiene la forma del deseo.
A veces, es rima que me derramas
con infinita destreza,
promesa, a veces, que me ahondas
con la suave magia de tu verbo.
Urgencia siempre en ti
por las húmedas cavidades de mi morada,
léxico amoroso
que halaga mi desnudez entera,
recital profundo que me mueve,
me conturba y me desarma.

SOY YO

Amor,
soy yo quien maduró tu piel
y robó guirnaldas
para trenzar con ellas
tu cabello;
quien dibujó abiertas rosas
en tus alongadas mejillas
y arrancó trémulos gorjeos
en tu asentado silencio.

Soy yo quien, con andariegas manos,
Aprendió la suavísima geografía
De tu costado;
Quien inundó tu boca
Con la húmeda caricia,
Y el vino de la tarde
Escanció en tus aposentos;
Y te habitó de alondras.

Soy yo quien, como enredadera,
Por las dóricas columnas
De tus diamantinos muslos
Trepó enardecido
Buscando tu inocencia.
Y se adentró en tu carne,
Como aguijón doliente,
Mordiendo tu cintura.

Amor,
Soy yo quien a tu lado aguarda,
De tu vientre,
La lenta floración de la semilla.